Hello everyone,
Esta semana voy a hablar de mis primeros meses de entrenamiento. Espero que esto pueda ayudar a quienes desean comenzar bien su aventura en China.
Como dije en el artículo anterior, llegué a Dengfeng y empecé mi primer día de entrenamiento en una academia de kung-fu muy grande.
(How I came to China)

A las 5:30 de la mañana empezábamos a entrenar cada día, normalmente corriendo para trabajar la condición física.
A las 7:00 era la hora del desayuno. Al principio fue difícil, su desayuno no tiene nada que ver con el de Francia.
Yo solía tomar chocolate caliente y pan, pero en la escuela solo servían verduras y sopas “extrañas”. Tardé bastante en acostumbrarme.

A las 8:30 comenzaba el siguiente entrenamiento, que duraba hasta las 11:30, seguido del almuerzo. Por la tarde descansábamos y a las 15:00 retomábamos el entrenamiento hasta las 17:30 para cenar.
A las 18:30 teníamos el último entrenamiento del día hasta las 20:30. Después podíamos descansar.
Ese era el programa cada día, excepto los domingos, nuestro día de descanso.

Cuando llegué, decidí empezar desde cero, volver a trabajar las bases, aunque había practicado artes marciales durante más de diez años en Francia. Sabía que aquí, en China, todo era muy diferente.
Quería que me trataran como a un estudiante chino y mejorar mis fundamentos.
Todavía recuerdo cuando los otros estudiantes me preguntaban cuánto tiempo llevaba practicando. Siempre contestaba: “Acabo de empezar… solo unos días”.
Elegí olvidar todo lo que había aprendido antes para estudiar según su método.
Fue una muy buena decisión: pude corregir muchas técnicas básicas y aprender todos los detalles…

Cada día practicábamos Ji Ben Gong (ejercicios básicos), estiramientos y refuerzo físico. De vez en cuando trabajábamos taolu básicos.
Desde niño siempre había escuchado que era imposible entrenar como ellos, que el cuerpo no podía aguantar… En realidad no es así.
Claro, el primer mes fue difícil y pensé que mi cuerpo iba a romperse, pero con el tiempo te acostumbras.
Así que, para quienes tienen miedo de no soportar físicamente: tranquilos, todos pueden hacerlo.
(En nuestra nueva escuela este punto es esencial: queremos que cada persona progrese a su ritmo, sin importar su condición física.)

Lo más difícil es hacer lo mismo cada día: los mismos movimientos, 8 horas al día.
El entrenamiento se vuelve un trabajo real y eso es más difícil psicológicamente.
Esta es una de las razones por las que abrimos nuestra escuela con nuevos métodos de enseñanza: queremos que todos aprendan cosas más variadas para mejorar sus habilidades (interno, externo, combate, técnica… todo está conectado).
Al unir estos elementos se progresa mucho más rápido.
Queremos que todos progresen —chinos y extranjeros— sin tener que quedarse diez años en China. ¡Ese es uno de nuestros grandes desafíos!

Volviendo a la historia: entrenábamos duro cada día y, como era el único extranjero, muchas miradas estaban sobre mí.
Así que quería hacerlo lo mejor posible, nunca perder un entrenamiento… incluso entrenaba durante los descansos.
Había cumplido mi sueño: ahora tenía que darlo todo.
En la vida diaria, los chinos fueron muy amables conmigo. Aunque no hablaba bien su idioma, siempre intentaban comunicarse; si no nos entendíamos, usaban gestos.
Eso creó muchos momentos extraños y divertidos.
Mis compañeros me invitaban a jugar a cartas chinas, fútbol, baloncesto…
Siempre aceptaba e intentaba hablar solo en chino.
Intentaba parecerme a ellos, incluso en cosas que jamás habría hecho en Francia.
Pero estaba en China y, por respeto, tenía que adaptarme a su manera.
Gracias a eso, pude integrarme rápidamente y ya no me veían como un extranjero.
Mi chino también mejoró muy rápido.

Unos meses después, el director de la escuela me invitó a tomar té.
Hablamos sobre mi progreso y mi vida diaria… y me propuso unirme a su equipo de espectáculos y demostraciones.
Fue increíble, jamás lo habría imaginado ni en mis sueños más locos.
Acepté y, la semana siguiente, me uní a su segundo equipo del espectáculo “Shaolin Zen Music Ritual Show”.
Descubrí muchas cosas sorprendentes, pero esa historia será para otro artículo.